Este Decreto desde el primer artículo, sitúa la actuación evaluativa del maestro al ayudarle a entender la importancia de proporcionar a los estudiantes aprendizajes desde el contexto local institucional de acuerdo a lo que establece el Ministerio de Educación Nacional y el ICFES para fortalecer los niveles de desempeño de los escolares y satisfacer con ello estándares regionales e internacionales que eviten resultados desastrosos en pruebas y procesos internos y externos.
Según esto, los docentes deberán concentrarse en desarrollar actividades dentro y fuera del aula para proporcionar condiciones de calidad que faciliten la adquisición de aprendizajes significativos y así mismo para garanticen que su institución preste un servicio educativo eficiente y establecer de este modo un proceso evaluativo continuo e integral. Por tal motivo los maestros deben tener en cuenta:
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Diversas modalidades evaluativas: la autoevaluación y la heteroevaluación.
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Establecer criterios de evaluación para estudiantes quienes aprenden en ritmos diferentes.
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Crear espacios para la formación basada en competencias.
Precisamente en ello consiste la fortaleza cualitativa del nuevo procedimiento evaluativo que debe implementar el docente para promover a las y los estudiantes: este debe decirle adiós a las tablas rígidas y uniformes con las cuales solía medir el aprendizaje de sus a los alumnos/as. De lo que se trata ahora es de innovar en su un método evaluativo para garantizar procesos de enseñanza aprendizaje duraderos e interpretar los alcances de la propuesta pedagógica que hace cada Institución Educativa .
A partir de lo que se plantea en el decreto 1290 ahora, el docente, es un profesional de la educación que investiga, diseña, prepara y aplica estrategias pedagógicas entre talleres, módulos, guías, compromisos o tareas extras para los diferentes casos de estudiantes que existen en cada una de sus aulas de clase, permitiendo así, que todos puedan acceder al aprendizaje significativo al ritmo y según competencia de cada uno.
Por lo tanto los docentes se ven obligados a formarse desde el campo metacognitivo, para fortalecer y adquirir la conciencia (propuesta por el MEN) de todos cabemos en el sistema educativos, todos tenemos derecho a acceder al aprendizaje con nuestro ritmo, sin acoso, sin humillaciones, sin escarnio público, sin amenazas, sin castigo, sin deteriorar el tejido social y de esta manera él se compromete con el aprendizaje de todos sus estudiantes y contribuye finalmente a una educación con calidad desde lo que piensa el MEN.
Sin embargo es necesario precisar que dentro del sistema educativos se presentan demasiadas fallas que hacen que lo mencionado en el párrafo anterior no se de efectivamente, evidencia de ello es la cantidad de alumnos existentes dentro de una misma aula de clase, puesto que el número esta por encima de los 48 estudiantes, en realidad para el MEN ¿calidad es igual a cantidad?, a esto también se le suma el proyecto de Inclusión de estudiantes con necesidades educativas especiales dentro de un aula regular donde no es casi posible garantizar un proceso de aprendizaje acertado para estos niños/as debido a la cantidad de población que debe atender los maestros dentro de su aula de clase regular.
Entonces el maestro se convierte en el actor que guía los procesos de enseñanza-aprendizaje, puesto que debe diseñar diversas estrategias evaluativa, esto es bastante difícil debido a la cantidad de estudiantes presentes en un aula de clase en el aula de instituciones publicas y ello implicaría diseñar y utilizar diversas estrategias para evaluar a sus alumnos de acuerdo a las capacidades y necesidades de estos.
En este orden de ideas, desde el 1290 el maestro seria el completo responsable de si sus alumnos aprueban o no las diversas áreas, puesto que el debe crear y proporcionar espacios que le permitan diseñar distintas metodologías para analizar el proceso de aprendizaje de sus estudiantes y si no lo llegase hacer estaría rompiendo con la concepción y paradoja evaluativa que plantea esta nueva ley.
Sin duda alguna lo que plantea este decreto en términos generales es un enorme logro para quienes vienen defendiendo el principio de autonomía escolar, en la medida en que convierte la labor evaluativa del maestro en un ejercicio disciplinado, riguroso, consciente, profesional y creativo, sin embargo no retoma de forma adecuada los diversos obstáculos a los cuales debe enfrentarse éste al interior de un aula de clase.
Finalmente es necesario aclarar que las acciones del maestro no deben desvirtuar del proyecto pedagógico de la institución por el contrario, a él le queda la enorme tarea de dar coherencia al proyecto pedagógico, defenderlo en sus realizaciones y ponerlo a punto al momento de acreditar y certificar los niveles de aprendizaje alcanzados por las y los estudiantes con las actividades que desarrolle.